El momento menemista de Punta está regido por un nuevo reciclaje que apunta a conservar y reproducir la estructura exclusivista del balneario. Como a causa del programa neoliberal en curso los sectores de clase que ocuparon el casco de la península, parte de la rambla de la Mansa y en menor medida el Bosque empiezan a dar señales de debilitamiento, los más ricos –beneficiarios de la salvaje reducción del Estado, nuevos ricos asociados a la caída de la industria y estrellas de la industria cultural– planifican un desplazamiento ordenado hacia el noreste. La arquitectura más lujosa emigra hacia La Barra y José Ignacio, se retira de las zonas más pobladas, busca horizontes más abiertos.