Todo documental lidia, para concretarse, con el collage y el canto coral. Que se vean o no las costuras, que se oiga o no el contrapunto de las voces. Tarea decisiva: evidenciar el archivo, evitando la incontinencia; hacer oír las fuentes, ocultando las sirenas. Y así, el documental es –quizá– la variante menos literaria de la no ficción; pero también: lo que la recrea históricamente.