Sobre Salvaje Sur, la infancia pulp, por María José Schamun

Desde enero de 2021, la revista Salvaje Sur ofrece al público una experiencia temporal inédita: un viaje al lejano oeste, al mundo sin televisión de comienzos del siglo XX y a la infancia soñadora que se impone al presente revelándose atemporal.

Il. Diego Fiorucci

Salvaje Sur es una publicación de origen patagónico editada por Matías Castro Sahilices que recrea la estética pulp de las revistas de westerns de la primera mitad del siglo XX. Si bien sus páginas ya no son de papel de pulpa de madera (wood pulp paper) sino de un papel suave con tapas sedosas e ilustradas a todo color, sus historias se centran en la acción, las aventuras y el misterio al mejor estilo de las primeras en su género. La combinación de estos rasgos la convierte en una revista inusual y orientada a lectores “particularmente exigentes que buscan una experiencia ligada a la nostalgia”, como reza la nota introductoria.

Pero, ¿por qué relacionaríamos el pulp con la nostalgia en tiempos en que la violencia y el crimen son moneda corriente? 

Las revistas pulp nacieron en los Estados Unidos en 1888 cuando la revista infantil The Golden Argosy quebró y Frank Munsey, uno de sus editores, la transformó en The Argosy, publicación de 192 páginas de historias de aventuras sin ilustraciones. Lejos de tratarse de una elección artística, el cambio buscaba una plataforma de lectores más estable y se orientó a un sector siempre creciente de la sociedad, los jóvenes obreros. La revista proveía de entretenimiento accesible tanto en lo económico como en lo intelectual y su éxito llevó a la creación de The popular magazine en 1905 que introdujo las tapas a color y la especialización de los géneros, publicando números dedicados a diferentes tipos de historias (detectives, cowboys, romance, etc.). 

Salvaje Sur retoma esa estética visual y literaria que combinaba las imágenes sensacionalistas de tapa a todo color, con las ilustraciones a base de líneas entramadas, y las historias ágiles enfocadas en la acción y las resoluciones a golpe de efecto. En un presente donde el trabajo de ilustración se realiza de manera digital, la utilización del hatching de líneas finas para las imágenes interiores es un ancla fundamental en el universo ficcional, el lector no percibe ninguna fisura temporal entre el objeto entre manos y la historia que está leyendo. Esta continuidad entre el estilo de los relatos de aventuras y las ilustraciones propias de las hojas de pulpa de madera, se ve reforzada por un elemento que eleva la apuesta del viaje en el tiempo y difumina las fronteras entre el universo del lector y el de la ficción: las publicidades. Salpicados en las páginas de cada volumen, diversos anuncios ofrecen al lector una amplia gama de productos que van desde máquinas de coser Sinder hasta aceite de serpiente Clark Stanley, pasando por revólveres, libros, hamburguesas o cognac. La ilusión se completa cuando el lector comprende que esos objetos pueden ser adquiridos por carta, telegrama o acudiendo en persona a una dirección que efectivamente existe en alguna de las grandes ciudades argentinas y se pregunta si todavía encontrará los relojes suizos Star en la calle Rondeau 1978 de Rosario o cuánto tardará en llegar desde Michigan, el tratado del profesor Harraden sobre hipnotismo.

Il. Omar Hirsig

Por supuesto, las ilusiones temporales que atrapan al lector en ese repliegue de tiempos serían en extremo fugaces si las historias no resultaran efectivas. Al momento de escribir esta nota, la colección consta de 7 volúmenes (en los que colaboraron 58 escritores y tres ilustradores) de los cuales tres están dedicados al viejo oeste de manera bastante tradicional, dos se mezclan con las historias de gauchos y de terror, uno está dedicado exclusivamente al Japón medieval y otro al noir, casi como un homenaje a cada uno de los géneros del pulp. Sin embargo, hay un excedente en cada número, un par de relatos que escapan a la lógica tradicional del oeste, de los relatos de espada o del terror, por medio de elementos fantásticos o cómicos que implican un pliegue más en el tiempo al acercarse a los modos actuales de narrar que juegan con los límites de los géneros literarios. Relatos eróticos que nos arrancan sonrisas o arrepentimientos que nos hacen suspirar extasiados de belleza, paisajes antiguos en los que parece recrearse una tragedia de todos los días o relatos de iniciación que quiebran estereotipos arraigados en la tradición. 

Il. Javier Mattano

Las historias se centran en un conflicto que está a punto de ser resuelto luego de ser postergado por razones que no siempre se explicitan. Es el momento previo a la tormenta y los breves párrafos iniciales condensan el viento y la violencia que está por desatarse y sellar el destino del protagonista. A partir de ese punto, la acción avanza como una estampida a la que pueden vérsele las pezuñas, es veloz pero detallada, violenta en su delicadeza y aunque la resolución se haya anticipado en el breve inicio, no duda en sorprender. Algunos de los números se cierran con composiciones poéticas, pero tal vez no haya final más adecuado que del Japón medieval y su colección de tankas Jisei no ku en los que los samuráis se despiden de este mundo antes del seppuku

Los lectores de Salvaje Sur llegamos al mundo en tiempos en que nos recibía una primera palmada que buscaba hacernos tragar aire y exhalar viento, ráfagas de llanto que eran la prueba irrefutable de la vida. Muchos pasamos la infancia recreando escenarios de galopes y enlazadas, de rescates y venganzas, de malones y enfrentamientos entre quienes se creían siempre los buenos. ¿Quién habría querido ser el malo? Porque en aquellas historias siempre había una indefectible búsqueda de justicia, un devolverle al mundo la forma que le creíamos perdida, y ahora, cuando tal vez ya no la buscamos, vienen estas historias a llevarnos al momento en que creíamos nuestras manos podían construirla.

María José Schamun

Buenos Aires, EdM, febrero 2024